COVID-19 en Perú: la venezolana vendedora de arepas que ahora ejerce como médica en uno de los principales de Lima
Pese a haber sido contratada por la pandemia, mantiene la esperanza de poder seguir ejerciendo su profesión en Perú.
Felimar Luque, es una migrante venezolana que ejerció como médica en su país, como muchos de sus connacionales, migró a Perú junto a su hermana con quien comparte una habitación en Lima. Para trabajar, debía preparar arepas para venderlas en un mercado, además de vender medicamentos en una farmacia. Tras un año de hacer eso, vuelve a ejercer la medicina en uno de los principales hospitales de Lima.
Felimar Luque temía no volver a ponerse nunca más la bata de médica que se tuvo que quitar cuando salió de Venezuela en busca de un futuro mejor. Durante meses, ansió la oportunidad de ejercer nuevamente, y que no le llegó hasta que ocurrió una tragedia: la pandemia de COVID-19.
«La esperanza era bastante lejana por el tema económico», cuenta la ginecóloga de 34 años, a quien se le hacía imposible asumir el costo de homologar su título cuando llegó a Perú en el 2019.
Ahora, ante la falta de profesionales de la salud para atender de los casos de coronavirus que hay a nivel nacional, Luque ha sido contratada para trabajar en el Hospital Edgardo Rebagliati Martins, el complejo hospitalario más importante de la seguridad social peruana. Allí, se encarga de evaluar cómo evolucionan cerca de 200 afectados por covid-19.
Contratación de personal extranjero
Perú ha decidido permitir durante la pandemia la contratación de médicos extranjeros, incluso aquellos que aún no hayan terminado de realizar sus trámites para colegiarse. Luque ha sido una de las beneficiadas. Esta es una medida que también han tomado países como Chile, México y España.
Empezar desde cero
Como muchos de los 900.000 venezolanos que emigraron al Perú, Felimar había tenido que empezar desde cero en su nuevo destino. En Venezuela, dejó atrás 11 años de estudios universitarios y cuatro de experiencia laboral, para dedicarse a la venta.
«El choque emocional era demasiado», cuenta Luque. «Aparte, jamás había vendido nada», dijo al medio BBC Mundo. “Todo en mi vida había sido estudiar, estudiar, estudiar… El día en que decidí trabajar ya era médico y, desde entonces y ya graduada, nunca había dejado de trabajar», explicó.
En cambio, ahora comenzaba sus días levantándose a las cinco de la mañana para amasar agua y harina P.A.N. «Despertábamos para hacer las arepas y que estuvieran calientes al momento de venderlas», recuerda.
Según explica, vendían entre 30 o 35, a dos soles cada una, lo que significaba una ganancia por día de entre US$18 y US$21. Tres veces más que su sueldo mensual en el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, ubicado en Caracas (capital de Venezuela) y conocido por ser donde murió en 2013 el exmandatario venezolano, Hugo Chávez. Sumado a ello, añade: “No eran muy grandes porque la harina P.A.N. es importada y costosa y queríamos obtener un poquito de ganancia».
Sin embargo, un monto insuficiente para vivir cómodamente en Perú. Así que, recién llegadas a Lima, las hermanas vendían las arepas por las mañanas y dedicaban el resto del día a buscar trabajo.
En Perú
Mientras vendía arepas, poco a poco, fue reuniendo y validando los papeles que necesitaba para homologar su título de médico general.
«Registré mi título… pero hubo un freno porque me exigían estudiar un año más», cuenta. No podía permitírselo: su hermana tenía problemas para encontrar empleo y de su salario salían la manutención de las dos y el dinero que enviaba a sus padres, en Venezuela.
Casi a finales de 2019, vio un anuncio en Instagram: la ONG Unión Venezolana en Perú estaba ayudando a médicos venezolanos a convalidar sus títulos. La organización ha reunido en los últimos dos años un listado de 39.000 inmigrantes venezolanos con estudios, cuyos datos se los ofrece al gobierno peruano para ayudar a cubrir vacantes difíciles de llenar.
Tras una dura selección que empezó con 150 profesionales, Luque acabó siendo una de los 20 que recibió la ayuda de la ONG y de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) para poder colegiarse en Perú.
Pero incluso cuando su nombre apareció oficialmente en la base de datos de médicos colegiados de Perú, encontrar trabajo como tal siguió siendo una tarea complicada. En tres meses, solo llamaron para dos plazas lejos de Lima, de donde no quería irse.
Una oportunidad en medio de la pandemia
Con la pandemia, la clínica donde laboraba cerró: «Lo que más me angustiaba era que yo tengo que enviar dinero a Venezuela porque mis papás lo necesitan… Era estresante: quedarte sin dinero en un país donde no tienes nada».
Gracias a una colega, se informó que la seguridad social peruana, EsSalud, estaba contratando médicos para afrontar la pandemia de COVID-19.
Como muchos países de la región, Perú cuenta con menos médicos de los que necesita, según refleja un informe del Ministerio de Salud de 2018: apenas 13,6 médicos por cada 10.000 habitantes en vez de los 23 que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A esto se suma el hecho de que muchos se han dado de baja porque su edad o historial médico los hace especialmente vulnerables al nuevo coronavirus.
Por ejemplo, en Lambayeque, una de las regiones más afectadas por la pandemia y en la que se han tenido que construir cementerios temporales para enterrar a los muertos por coronavirus, el director del Hospital Regional explicaba a principios de mes que, pese a tener 60 camas libres con punto de oxígeno, no las podía usar.
Luque tiene un contrato de solo tres meses, prorrogable por otros tres meses más si la pandemia se extiende. Aunque, así como cuando soñaba con volver a ponerse la bata mientras preparaba arepas, le sobran esperanzas.
Personal profesional desaprovechado
Carlos Scull, embajador de Venezuela en Perú nombrado por Juan Guaidó, y reconocido por el Estado Peruano, aseguró en una radio local que hay unos 1.000 médicos venezolanos en Perú -de los que solo entre 200 y 300 están colegiados- y unos 3.000 enfermeros.
Otras fuentes como la campaña «Tu causa es mi causa» eleva a 4.000 el número de médicos venezolanos que podrían unirse al esfuerzo del sistema de salud peruano contra la pandemia.
“El venezolano tiene una necesidad de tener un ingreso y ejercer su profesión», dice Garrinzon González, director de Unión Venezolana en Perú.
«Es un activo que se está perdiendo el Perú en vez de beneficiarse con estos profesionales cuyos estudios fueron un gasto que hizo otro Estado. Y más cuando hay vacantes», afirma.
Del listado de 39.000 profesionales venezolanos que ofreció al Estado peruano, calcula que solo el 10% consiguió empleo.